Este vehículo fue bautizado como Observatorio Espacial Herschel en la reunión The promise of FIRST que tuvo lugar en Toledo (España) en diciembre de 2000. Inicialmente denominado Far-InfraRed and Submillimeter Space Telescope (Telescopio Espacial para el Infrarrojo Lejano y Submilimétrico), se decidió entonces nombrarlo con el apellido del descubridor de la radiación infrarroja, justo dos siglos antes, el músico y astrónomo Friedrich Wilhelm (William) Herschel (1738-1822).
El Observatorio Espacial Herschel, con su gran telescopio de 3,5 m de diámetro, sus sensibles detectores y su elevada resolución espectroscópica, superará en mucho la capacidad de los telescopios espaciales en infrarrojo lanzados hasta la fecha, alcanzándose así la mayoría de edad de la astronomía del infrarrojo lejano, pues se dispondrá de espectrometría en todo este rango y una elevada resolución espacial. En 1983 se lanzó el satélite IRAS (InfraRed Astronomical Satellite), equipado con un telescopio refrigerado de 57 cm de diámetro y que observó el Universo durante diez meses a las longitudes de onda de 12, 25, 60 y 100 μm. En 1995 la Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó el satélite ISO (Infrared Space Observatory), equipado con un telescopio de 60 cm, que fué operativo hasta 1998 observando el Universo a longitudes de onda entre 2,5 y 240 μm con detectores entre 4 y 1000 veces más sensibles que IRAS y con una cierta capacidad espectroscópica de baja resolución. El telescopio espacial Spitzer, lanzado por la NASA en 2003 y operativo al menos hasta 2008, está equipado con un telescopio de 85 cm de diámetro y es capaz de obtener imágenes a varias longitudes de onda entre 3,6 y 160 μm y espectroscopía de baja resolución entre 5 y 38 μm. El satélite japonés Akari lanzado en 2006 dejó de funcionar en frio el pasado 26 de agosto de 2007, después de casi quince meses dedicado a cartografiar casi todo el cielo en seis bandas a longitudes de onda entre 9 y 180 μm con un telescopio de 68 cm refrigerado a -267 ºC. Estas observaciones son de gran interés para la misión Herschel, por lo que la ESA y otros institutos europeos participan en su análisis.